domingo, 16 de junio de 2013

No es fácil de decir, pero...

                    Allí, sentados en un banco, dos jóvenes con toda la vida por delante se lamentan. Él, disimulando su dolor, ella intentando frenar esa lágrima rebelde que lucha por seguir su recorrido hasta la comisura de sus bonitos labios.
                     Ambos fingiendo ser felices, por el bien del otro. Él, luchando como nunca por conquistarla, y ella luchando por resistirse. ¿Por qué se resiste? Él sólo quiere quererla y ella que la amen. Lo ha buscado mucho tiempo. Ella recuerda su pasado, y esos amaneceres enjugados en llanto. Ella tiene miedo a salir de su burbuja. Ella quiere que la amen pero tiene miedo de amar.
Él intenta comprenderla. Él quiere dejar de sufrir. Él sabe que su felicidad está con ella, pero eso le hace más daño.
                     Se miran, y parecen adivinar cada uno de sus pensamientos. Él la abraza y ella rompe a llorar. Ella aunque atemorizada, siente una calidez y una plenitud en su pecho. Él sabe que no va a ser sencillo. Se separan, levanta su pequeña cabecita, le sonríe, y le seca las lágrimas. Ella le sonríe. Una sonrisa sincera. Le invade esa calidez, esa felicidad. Se ríen como nunca, pensando en lo idiotas que son. Y se besan. Son felices, ¿a quién le importa el resto?