jueves, 27 de septiembre de 2012

Out the blue

Era una noche cualquiera. Cabía la posibilidad de que fuera, como las demás que había pasado junto a él. Que fuera como siempre, pero no por ello, habría de dejar de gustarme.
Iba caminando hacia allí, con el viento frío acariciándome la cara y dejándola de un color, sonrosado.
¡Madre mía! ¡Qué escándalo preparamos siempre! Se les oía desde la esquina de mi casa.
Cuando llegué y abrí la puerta, todos me saludaron sonriéndo, y siguieron a lo suyo. Gritándo, saltando, haciéndose de rabiar unos a otros, hablando efusivamente de sus vidas, vamos,
aquel paisaje que tanto me gustaba, y que tanto habría de echar de menos, todos los días.
Estuve bailando, y riéndo toda la noche. Hablando con unos, enloqueciéndome con otros, pero tan solo los gestos de una persona, parecían para mi, perturbar la habitación, hacerla cambiar de parecer.
Una vez que el ambiente pareció calmado, (a nuestra manera) nos sentamos unos con otros, como la gran familia que somos y comenzámos a hablar.
No sé ni cómo ni por qué, pero no podia dejar de mirar, de un lado a otro, como buscándo algo.
Entonces, mientras reíamos y charlabamos alegremente, él me miró. Me miró y me sonrió. En ese momento, esa persona que para mi había sido tanto, y que al fin había conseguido verla como un amigo más, quitarla de mi mente, me
pareció cercana, me pareció que solo estábamos en esa habitación, él y yo. Que no había nadie más allí.
Le sonreí enérgicamente, y confundida aparté la mirada.
No podía ser. ¿De nuevo, me tocaría empezar de cero?
Decidí involucrarme en la conversación, para poder refrescarme las ideas. Por lo que tomé el asiento de una amiga que, había tenido que ir a hablar por teléfono, en el reposabrazos del sofá.
La conversación pareció eludir mis confundidos pensamientos.
La verdad, es que me encanta estar con ellos. Me siento libre como en ningún sitio.
Reí hasta no poder más, agarrándome con las dos manos, la barriga y contorsionándome para aguantar el dolor, que me ocasionaba el flato debido a reirme tanto.
Cuando paramos de reír, me incorporé, con los brazos apoyados en mis piernas, apoyándo la cabeza sobra la mano izquierda y dejando la otra libre.
En ese mismo instante, noté como me agarraba la mano, noté su suave tacto, aquel que conocía tanto. Sorprendida, levanté la mirada y con un claro gesto de confusión le miré. Él, sonriendo pícaramente, me lanzó un beso.
¡Qué raro era todo aquello!..¡Y cómo me estaba gustando!
Al lado nuestro, se hizo el silencio. Todos nuestros amigos nos miraban sorprendidos. Siempre habían sabido que estabamos ``juntos´´ pero nunca nos habían visto asi, atontados, porque no decirlo, como una pareja.
Y eso es raro, pero son cosas de él. ¡Qué no hay quien le entienda! Pero esa es otra historia.
En ese momento, para mi solo estabamos nosotros en la sala, solo él y yo, mirándonos, sonriendo, tonteando...
En un momento, se levantó y con un gesto pícaro y para nada encubierto, me insinuó que nos largásemos.
Rápidamente me levanté, y como un rayo, salí por la puerta, seguida por él.
Caminamos de la mano, hasta que llegamos, a un lugar, ligeramente escondido.
Estaba sonriendo como una estúpida, como una boba, como una enamorada.
Él vino hacia donde estaba yo, y sonriéndome, me atrajo hacia él, y me besó.
¡Dios, como había echado de menos sus besos!¡Cuánto me gustaban!
Enseguida, una sensación que me encantaba, ese cosquilleo en el estómago, que tanto había sentido cuando estaba con él, ese día, se había revolucionado en mi interior, las mariposas de mi estómago, no paraban quietas, pero me
encantaba esa sensación. Me encantaba estar con él. Me encantaba ser parte de esos momentos que tanto habría de echar de menos, y que tan nítidos se guardaban en mi mente.
Nos separamos tan sólo un instante, y nos miramos. Me dió un pequeño beso, y me abrazó.
¡Estaba siendo, el mejor día de mi vida! ¡
No me podía creer que estuviera pasando algo, llamemoslo común con él, y que estubiera significando tanto para mi.
Me acarició, y me volvió a besar. Lo hizo con ganas, con pasión, provocante. Esos besos que me enloquecian más que cualquier otro.
De repente, me cogió y rodeado por mis piernas me apretó salvajemente contra la pared. Furtivo, su aire contra mi pecho.
Imágenes nítidas aparecieron en mi mente una tras otra. Nuestro primer beso, cada uno de los lugares donde nos habíamos besado, cada caricia furtiva, cada abrazo. Y cada lágrima.
Aquella puñetera distancia que nos distanciaba y nos había hecho sufrir.
Continuamos besándonos, y los minutos volaban y volaban porque estaba con él.
Sonrisas pícaras y cómplices, y cada abrazo entre beso y beso se estaban grabando, sin querer en mi corazón.
Ambos sabíamos que nos tocaba separarnos, pero disfrutabamos de cada momento, de cada segundo, juntos.
¡Mierda! Nos queríamos.

1 comentario:

  1. Impresionante, como siempre. Cada palabra esconde una gran verdad, y cada linea una pequeña parte de una historia, de tu historia, y de esas que algunos nos toca tener por culpa de la distancia.
    Inmejorable,ojala que tu pluma mágica esté siempre contigo.

    ResponderEliminar